Agridulce - Por Angylito

Prólogo Era graciosa la forma en que sus hoyuelos se le marcaban en las mejillas cuando sonreía. No hacía falta una carcajada, más solo con el simple hecho de que la comisura de sus labios se curvara un poco hacia arriba bastaba para se viera tan inmensamente encantador.

El corazón no piensa, ni escucha razones -Angylito

Una historia diferente, donde podrás ver el mundo desde otro punto de vista. El del corazón.

Recuerdo de un Secuestro -Por Angylito

Un accidente hace años le hizo perder todos sus recuerdos, no le importaba saber quién era, sólo estaba feliz por comenzar desde cero. El problema es que recuperó la memoria en el peor momento de su vida. ¿Podrá vivir con su realidad?.

Vendí mi Alma al Diablo - Angylito

El amor por los tuyos aveces puede ser más grande que el que te tienes a ti mismo, ¿cuál es precio que estás dispuesto a pagar por ellos?.

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sábado, 2 de abril de 2011

El último Adiós

Número 1

¿Hasta qué punto son buenas las despedidas?

Quizás a veces es mejor partir sin siquiera decir adiós. Simplemente marchar sin detenerse a mirar atrás. Aún sintiendo que el mundo entero se derrumba, aun cuando dentro de la panza sientas ese cosquilleo al pensar en ese último beso que pudiste dar. En esa última caricia, en ese último aliento rozando tu cuello, en limpiar esa última lágrima del ser amado que dejas atrás.

¿Por qué alguien sería capaz de dejar a la persona que ama? ¿Por cobardía?, ¿Por protegerla? O ¿Simplemente porque no te sientes lo suficiente mente bueno para ella?.

No es fácil entender razones, tampoco atreverse a dar un paso al lado para que esa persona sea feliz.

Quizás despedirse sea buena idea, para cerrar siclos, para quitarse las ganas, para ser egoísta y ser feliz. ¿Pero qué pasa si en medio de la despedida te arrepientes?, ¿si flaqueas?.

No me gustan las despedidas, no me gusta esa sensación de perder a alguien, pero menos me gusta ver sufrir por mi culpa a la persona que amo.

No me gustan las despedidas, no me gusta tener que ver sus ojos vidriosos aguantando las lágrimas, no me gusta decir “el último adiós”.

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