Historias Originales

Agridulce

Por Angylito

Prólogo

Era graciosa la forma en que sus hoyuelos se le marcaban en las mejillas cuando sonreía. No hacía falta una carcajada, más solo con el simple hecho de que la comisura de sus labios se curvara un poco hacia arriba bastaba para se viera tan inmensamente encantador.

A simple vista era un hombre serio, profesional y por sobre todo casado. Pero eso no corría cuando se trataba de flirtear con su alumna. Ósea, hay que decir que jamás se les pasó por la cabeza a ninguno de los dos coquetear tan descaradamente, pero es que simplemente la química era inevitable. Compartían el mismo tipo de humor, la misma fascinación por los libros e incluso tenían la misma manía de mirar siempre fijamente a los ojos del otro mientras hablaban.

Estaban comenzando a meterse en el peor de los líos. No sólo porque el flirteo se les estaba escapando de las manos a ambos, si no porque para ellos esto se convertiría en la más peligrosa de las atracciones.

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