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sábado, 2 de abril de 2011

El último Adiós

Número 1

¿Hasta qué punto son buenas las despedidas?

Quizás a veces es mejor partir sin siquiera decir adiós. Simplemente marchar sin detenerse a mirar atrás. Aún sintiendo que el mundo entero se derrumba, aun cuando dentro de la panza sientas ese cosquilleo al pensar en ese último beso que pudiste dar. En esa última caricia, en ese último aliento rozando tu cuello, en limpiar esa última lágrima del ser amado que dejas atrás.

¿Por qué alguien sería capaz de dejar a la persona que ama? ¿Por cobardía?, ¿Por protegerla? O ¿Simplemente porque no te sientes lo suficiente mente bueno para ella?.

No es fácil entender razones, tampoco atreverse a dar un paso al lado para que esa persona sea feliz.

Quizás despedirse sea buena idea, para cerrar siclos, para quitarse las ganas, para ser egoísta y ser feliz. ¿Pero qué pasa si en medio de la despedida te arrepientes?, ¿si flaqueas?.

No me gustan las despedidas, no me gusta esa sensación de perder a alguien, pero menos me gusta ver sufrir por mi culpa a la persona que amo.

No me gustan las despedidas, no me gusta tener que ver sus ojos vidriosos aguantando las lágrimas, no me gusta decir “el último adiós”.

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